Cuando una persona fallece lejos de su patria, el proceso de repatriación de restos se convierte en un acto de amor y respeto que atraviesa fronteras.
Las leyes y procedimientos en torno a este sensible tema están diseñadas para brindar apoyo. Además, existe una compañía que te ayuda a prevenir este tipo de situaciones.
Aquí te comparto algunos puntos clave que debes saber sobre este proceso.
La Secretaría de Relaciones Exteriores
La Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) se erige como el faro que guía a las familias en estos momentos difíciles.
Ofrece orientación y apoyo para el traslado de restos o cenizas, asegurando que el viaje final de los seres queridos cumpla con todas las disposiciones sanitarias, tanto mexicanas como internacionales.
¿Qué documentos son necesarios?
Los familiares del fallecido deben presentar la documentación requerida, incluyendo certificados y permisos que varían según las circunstancias de la muerte y las normativas del país donde ocurrió el deceso.
COVID-19
En tiempos de pandemia, la situación se complica aún más si el fallecimiento fue por COVID-19.
Procedimientos especiales entran en juego para preparar y liberar los restos, cumpliendo con las medidas sanitarias para prevenir cualquier riesgo de contagio.
Apoyo financiero
Uno de los obstáculos más grandes puede ser el económico.
En caso de necesitar apoyo financiero, la SRE evalúa la situación económica de la familia. De comprobarse la falta de recursos, el Gobierno de México puede contribuir a los gastos básicos de transporte, embalsamamiento o cremación.
Contacto con la SRE
Es crucial que los familiares establezcan contacto con la SRE, ya sea directamente en el país donde ocurrió el fallecimiento o a través de sus delegaciones en México, para iniciar el proceso de repatriación.
Cada caso es único y puede presentar sus propios retos.
Por eso, siempre se recomienda buscar asesoramiento legal y consular para navegar por este proceso con la certeza de que se está haciendo lo correcto y con el mayor respeto hacia quien ha partido.
La repatriación de restos no es sólo un proceso logístico; es un último adiós, un homenaje a la vida de un ser querido y su legado en la tierra que lo vio nacer.